La orina humana podría producir fertilizantes sostenibles para la agricultura urbana con destacables beneficios ambientales, determinó un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB).
La investigación señala que el orín es una fuente rica en nutrientes, especialmente en nitrógeno que, a su vez, es esencial en la producción agrícola. Además, permite reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, así como las emisiones que contaminan el agua de los ríos y acuíferos.
Las primeras investigaciones se realizaron en una planta subterránea, donde se almacena la orina, que proviene de los urinarios masculinos que no utilizan agua. La misma se dirige hacia un reactor especializado en el que el orín se mezcla con una base para regular su acidez, mientras unos microorganismos transforman la urea en nitrato, una forma de nitrógeno que las plantas pueden absorber con mayor facilidad.
La sustancia producida en el reactor se utiliza para regar los cultivos hidropónicos de tomates en el invernadero, que se encuentra en la azotea del edificio. Según el estudio, con un metro cúbico de “agua amarilla” tratada se obtienen 7,5 kilos de nitrógeno, que permitirían cultivar 2,4 toneladas de tomates al aire libre.
Los resultados que muestra el estudio, a pesar de encontrarse en una fase de escala en laboratorio, reflejan que el impacto ambiental y económico se reduciría si la recuperación de orina se llevará a cabo a mayor escala, al conectar todos los urinales del edificio al reactor recuperador de nitrógeno.