Algunos de los episodios más generalizados y dañinos de sequías, registrados en la historia, se han producido a partir del año 2023, determinó un informe elaborado por el Centro Nacional de Mitigación de la Sequía de Estados Unidos (NDMC, por sus siglas en inglés) y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (Cnuld).
El documento, basado en más de 250 estudios, fuentes de datos oficiales y noticias de más de una docena de países y regiones, ofrece un relato exhaustivo de cómo estos fenómenos agravan la pobreza, el hambre, la inseguridad energética y el colapso de los ecosistemas.
“La sequía es un asesino silencioso. Se infiltra, agota los recursos y devasta vidas a cámara lenta. Sus cicatrices son profundas”, afirma Ibrahim Thiaw, secretario ejecutivo de la Cnuld, quien añade: “La sequía ya no es una amenaza lejana”.
Cosechas arrasadas en África, apagones masivos en Zambia, precios récord del aceite de oliva en España y delfines muertos por cientos en la Amazonía son algunos de los impactos de las sequías desde 2023.
“El informe es una advertencia clara: las sequías están dejando de ser eventos puntuales para convertirse en una constante que amenaza a comunidades, ecosistemas y economías”, afirmó Thiaw.
El informe, titulado Puntos críticos de sequía en todo el mundo 2023-2025, integra datos de más de 250 estudios científicos, organismos públicos y medios de comunicación para describir los efectos en África, el Mediterráneo, América Latina y Asia.
“Esto no es solo una sequía. Es una catástrofe global de lenta evolución, la peor que he visto”, señala el Dr. Mark Svoboda, coautor del estudio y fundador del NDMC. “Las consecuencias humanas y ecológicas son tan profundas que requieren una vigilancia sistemática y respuestas multilaterales”.
Los países mediterráneos como España, Marruecos y Turquía han sido descritos como “espejos del futuro hídrico bajo un calentamiento descontrolado”, según Svoboda. “Ninguna nación puede permitirse la inacción, por rica o tecnológicamente avanzada que sea”.
En la cuenca amazónica, los niveles mínimos históricos de ríos causaron la muerte de más de 200 delfines de río en peligro de extinción y afectaron el acceso al agua potable de comunidades enteras. La sequía interrumpió el transporte fluvial, fundamental en regiones remotas de Brasil, Perú y Colombia.
El continente africano concentra algunos de los impactos más devastadores. Más de 90 millones de personas en África Oriental y Meridional enfrentan hambre aguda. En Zimbabue, la cosecha de maíz cayó un 70 % en 2024 y cerca de 9.000 cabezas de ganado murieron por falta de agua y alimento.