Argentina es uno de los países que más daño provocan al fondo marino, al utilizar la peligrosa pesca de arrastre a lo largo de su litoral, advirtieron especialistas y organizaciones ambientalistas.
Como se sabe, es técnica destructiva, barren el piso marino y se lleva todo lo que encuentra, como peces, corales, esponjas, huevos, crustáceos, dejando detrás un “desierto” que tarda décadas, o hasta siglos, en recomponerse.
La plataforma patagónica, uno de los ecosistemas más productivos del Atlántico Sur, soporta buena parte de los daños. En esa región marina se multiplican las amenazas para delfines y otros mamíferos, al tiempo que se degradan hábitats esenciales para la reproducción de peces comerciales.
La pesca de arrastre combina, de acuerdo con los especialistas, tres daños que la hacen única en su nivel de destructividad, como la sobrepesca, captura incidental y destrucción del hábitat.
“Pese a que las imágenes de esta devastación casi no existen, los indicadores internacionales y las investigaciones científicas lo confirman. El Atlántico Sur se encuentra bajo un estrés creciente que amenaza su capacidad de sostener la vida”, advirtieron desde el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) que reunió a científicos, ambientalistas y ciudadanos para poner el tema sobre la mesa.
Mientras los bosques talados o los glaciares que retroceden tienen un correlato visual que alerta, el arrastre avanza sin testigos. “Bajo el agua, sin cámaras que lo expongan, se erosiona un patrimonio natural de escala planetaria”, remarcó Juan Coustet, parte de la coordinación de Sin Azul no hay Verde.
“A esto se suma la incertidumbre de los registros oficiales: capturas incompletas, especies mal identificadas, datos ausentes. Un vacío que impide construir políticas pesqueras transparentes y efectivas”, remarcó el especialista.