La pandemia afectó –de forma drástica– a la economía de muchas familias peruanas; no obstante, aquellos hogares con acceso a Internet, tanto de las zonas urbanas como rurales, pudieron transformar ese periodo de incertidumbre en una oportunidad para desarrollar sus competencias digitales y aplicarlas, por ejemplo, en la creación de pequeños emprendimientos a través del comercio electrónico. De esa manera, la conectividad se convirtió en un factor decisivo para afrontar los embates producidos por el aislamiento social.
Frente a este hecho, se puede deducir que existe un vínculo directo entre el acceso a Internet y el incremento de la economía de un país. Al respecto, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) elaboró la investigación denominada “Impacto del acceso a Internet en el crecimiento económico del Perú: Un enfoque ARDL”, donde señala que un aumento de 10 puntos porcentuales, en la cantidad de hogares que tienen acceso a Internet, incrementa en 2% el valor del Producto Bruto Interno (PBI) nacional.
En consonancia con este dato, Gonzalo Ruiz, economista y especialista en regulación de servicios públicos, manifiesta que, a partir de estudios que se han aplicado en América Latina, en la última década, es posible constatar que “aquellas familias que accedieron a Internet han logrado obtener ingresos superiores a 7.5% frente a los ingresos que tenían antes de contar con este servicio en el periodo de 2 años”. Por lo tanto, “el acceso a Internet es un vehículo que aporta al bienestar de las familias y permite igualar oportunidades”.
Estas cifras, definitivamente, cobran relevancia si tenemos en cuenta que –durante el 2020– en los momentos más difíciles de la pandemia, de acuerdo a un informe del Instituto Peruano de Economía (IPE), “se perdieron 1.1 millones de puestos de trabajo en Lima por las medidas tomadas” frente al coronavirus. “El empleo durante el 2020 en la capital sufrió una caída de 23.1% en relación al 2019”. Las consecuencias de esta difícil situación, por cierto, fueron similares en otras regiones del país.
En la zona rural, la pandemia afectó sobre todo a los agricultores debido al cierre de mercados y ferias; por ello, el Proyecto Agrobiodiversidad SIPAM, ejecutado por el Ministerio del Ambiente y Profonanpe, en asociación con el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego y con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, creó la marca Agrobio con el propósito de comercializar –a través de redes sociales– los cultivos producidos en el distrito de Lares en Cusco.
Debido a la demanda de estos productos, posteriormente se diseñó una aplicación móvil (denominada Kusikuy) para el desarrollo de comercio electrónico. Al respecto, Anton Willems, director ejecutivo de Profonanpe, señala que “Kusikuy es un aplicativo, para Android y IOS, que permite a los consumidores de la ciudad de Lima (y en el futuro de otras ciudades) conectarse con productores que cuidan nuestra agrobiodiversidad en cuatro regiones: Puno, Cusco, Huancavelica y Apurímac”.
En consecuencia, no cabe duda que para lograr convertir la conectividad en una fuente de desarrollo –para más peruanos– se requiere de una mayor inversión en infraestructura de telecomunicaciones. Solo así se podrá amplificar el acceso a Internet y fomentar la implementación de plataformas digitales que brinden oportunidades y desarrollo económico a lo largo y ancho del país.
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