Frente a la crisis climática, la región presenta un modelo exitoso donde la recolección sostenible genera millones de dólares en exportaciones y protege el hábitat del jaguarEn un contexto global donde la protección de los bosques es urgente, Madre de Dios se ha convertido en un ejemplo de cómo la economía y la ecología pueden ir de la mano. La castaña amazónica se ha consolidado como el pilar social y financiero de la región, sosteniendo a más de 20 mil familias, lo que representa más del 25 % de la población local.
Este modelo de aprovechamiento demuestra que mantener el bosque en pie es rentable, generando ingresos dignos para las comunidades mientras se asegura la conservación de uno de los pulmones más importantes del planeta.
El impacto económico de la castaña es contundente. Según cifras de la Asociación de Exportadores (ADEX), entre enero y octubre de 2024, los envíos de castaña amazónica peruana al mercado internacional superaron los 34,6 millones de dólares.
Esta cifra representa un crecimiento del 29 % respecto al año anterior, un incremento sustentado en certificaciones ambientales y prácticas responsables que abren puertas en mercados exigentes. Este dinamismo confirma que el bosque vivo es una fuente de riqueza competitiva frente a otras actividades extractivas.
Más allá de los números, la recolección de castaña cumple una función ecológica vital: protege los hábitats de especies emblemáticas como el jaguar, el depredador tope que regula los ecosistemas amazónicos.
Karina Salas, gerente del paisaje Amazonía Sur de WWF Perú, destaca la importancia de este enfoque integral: “La conservación se refuerza con una mirada económica. Mientras se protege el bosque, también se fortalecen las capacidades administrativas y las cadenas de valor. Esta articulación permite asegurar un desarrollo sostenible, garantizando medios de vida dignos y resiliencia local frente al cambio climático”.