Liberan más de 1.500 taricayas para proteger el ecosistema y a los pueblos aisladosA más de 15 horas de viaje desde Puerto Maldonado, en una de las zonas más remotas y biodiversas del Perú, se libra una batalla silenciosa por la vida. A orillas del río Tahuamanu, frontera natural con el Parque Nacional Alto Purús, un ejército de pequeñas tortugas avanza con determinación hacia el agua. Son más de 1.500 crías de taricayas (Podocnemis unifilis), de apenas 15 días de nacida, que llevan sobre sus caparazones la esperanza de restaurar el equilibrio ecológico de la Amazonía.
El evento tuvo lugar en el puesto de vigilancia "Luchador" de la concesión forestal Maderacre. Allí, técnicos de la Gerencia Forestal, guardaparques del SERNANP y custodios de la empresa privada fueron testigos de cómo estas criaturas, tan pequeñas que cinco de ellas caben en la palma de una mano, se sumergían en el río para iniciar un viaje incierto pero vital.
La liberación de estas tortugas trasciende la conservación ambiental; es también un acto de responsabilidad social hacia los Pueblos Indígenas en Situación de Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI).
"La conservación de esta especie es importante para tener un ecosistema fluvial saludable, pero también porque las taricayas constituyen la alimentación de las poblaciones indígenas en aislamiento, sobre todo en épocas secas", explicó el Ing. Luis Ñaña Soloacaya, Jefe de Manejo Forestal de Maderacre.
En esta zona de alta conservación, los PIACI recorren las riberas recolectando alimentos con mochilas tejidas de hojas de palmera. Al repoblar el río con taricayas, el proyecto asegura que este recurso vital siga disponible para su subsistencia, tal como lo destacó la antropóloga Leslie Monteagudo Ccencho.
La taricaya, aunque emblemática, se encuentra en situación vulnerable (Apéndice II de la CITES) debido a la caza indiscriminada y el saqueo de sus huevos por pescadores ilegales que abastecen los mercados locales. Su ciclo reproductivo lento agrava el peligro.
Para contrarrestar esto, el proyecto implementa un riguroso sistema de manejo que asegura la supervivencia de los especímenes antes de devolverlos a la naturaleza.
Este esfuerzo conjunto en el corazón de Madre de Dios demuestra que la convivencia entre concesiones forestales sostenibles, áreas protegidas y territorios indígenas es posible. Mientras las pequeñas taricayas desaparecen bajo las aguas del Tahuamanu, la región celebra un paso más hacia la preservación de su esencia amazónica.