La reciente ley que regula el uso de teléfonos celulares en las instituciones educativas del país abre un debate importante sobre la tecnología en la vida de los estudiantes. Expertos sugieren que esta medida es una oportunidad para que familias y docentes reflexionen sobre el impacto de los dispositivos móviles en el aprendizaje y el bienestar de los jóvenes.
Jimena Alcázar, especialista en pedagogía del Colegio de la Inmaculada, enfatiza que la función de la escuela va más allá de transmitir conocimientos. Se trata de formar individuos capaces de discernir y actuar con responsabilidad en entornos digitales. “Esta ley no solo busca mejorar la concentración en el aula, sino que invita a cuestionar cómo nuestros hijos utilizan el celular y qué habilidades necesitan para un uso saludable”, explica.
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El celular, para muchos adolescentes, es más que una herramienta; es una extensión de su mundo emocional y social. Alcázar advierte que quitarles el dispositivo sin un trabajo previo puede resultar en una desconexión abrupta. Es fundamental ayudarles a comprender cómo su uso impacta en su atención y bienestar.
Conversaciones abiertas sobre el uso del celular
Es esencial mantener un diálogo constante con los hijos sobre el papel del celular en su vida diaria. Más allá de la nueva ley, se debe ayudar a los jóvenes a reconocer cómo les afecta lo que ven y experimentan en redes sociales. Fomentar la reflexión crítica sobre sus experiencias digitales es clave para su desarrollo.
Normas claras y sostenibles en el hogar
Establecer horarios y momentos sin celular, como durante las comidas o el tiempo de estudio, refuerza lo que se enseña en la escuela. Estas normas no solo ayudan a equilibrar el tiempo de conexión, sino que también generan hábitos consistentes que benefician el bienestar familiar.
Predicar con el ejemplo
Los niños y adolescentes aprenden más de las acciones de los adultos que de sus palabras. Si los padres utilizan el celular de manera consciente y lo dejan de lado en momentos importantes, envían un mensaje coherente y formativo sobre el uso responsable de la tecnología.
Fomentar espacios libres de pantallas
Promover actividades que no dependan del celular, como leer, jugar o conversar, no solo reduce la exposición a las pantallas, sino que también amplía el repertorio de experiencias de los jóvenes. Estas actividades les permiten descubrir otras formas de satisfacción y pertenencia.
Atención a señales de alerta
Es importante estar atentos a cambios de humor, irritabilidad o dificultades para concentrarse, ya que pueden estar relacionados con un uso desbalanceado del celular. Si se presentan preocupaciones, no duden en buscar orientación profesional.
El impacto de la ley y la responsabilidad compartida
Según datos de la UNESCO, el uso excesivo del celular en el aula puede afectar negativamente el rendimiento académico. En Perú, una encuesta de Kaspersky revela que el 61% de los padres que restringen el uso de celulares a sus hijos no aplican esas mismas restricciones en su propio comportamiento digital.
“El celular puede ser una herramienta valiosa, pero solo si quienes lo usan han desarrollado las habilidades necesarias para gestionarlo con conciencia”, concluye Alcázar. “Este aprendizaje comienza en casa, con adultos presentes y dispuestos a acompañar un proceso que requiere madurez emocional y capacidad crítica”.
La aprobación de esta ley marca el inicio de un cambio necesario. Sin embargo, su impacto real dependerá de la capacidad de la sociedad para educar con criterio y humanidad en la era digital.
