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15 Abr 2025 | 10:27 h

Los llamados “aranceles recíprocos” de EE. UU. constituyen una coerción unilateral que desestabiliza el orden económico mundial

Washington eleva aranceles a productos chinos al 125%; China responde con firmeza

Los llamados “aranceles recíprocos” de EE. UU. constituyen una coerción unilateral que desestabiliza el orden económico mundial
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*Hou Jiaqi, corresponsal de China Media Group

Los llamados “aranceles recíprocos” han afectado a decenas de economías de todo el mundo. Sectores como el acero, el aluminio, los automóviles, los semiconductores y la soya se han convertido en los objetivos, sin excepción. Esta guerra comercial, enarbolada bajo el lema de “Estados Unidos primero”, se ha transformado en una forma de extorsión económica.

El 10 de abril, el gobierno de Estados Unidos decidió elevar al 125 por ciento los "aranceles recíprocos" sobre las importaciones chinas. En respuesta, el 11 de abril, la Comisión de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado de China emitió un comunicado oficial informando que, a partir del 12 de abril de 2025, elevará al 125 por ciento los aranceles adicionales sobre los productos importados de Estados Unidos. Si Estados Unidos impone más aranceles a los productos chinos, China lo ignorará.

La comisión afirmó que la imposición estadounidense de aranceles excesivamente altos a China viola gravemente las normas económicas y comerciales internacionales, va en contra de las leyes económicas básicas y el sentido común, y no es otra cosa que intimidación y coerción de carácter unilateral.

Incluso si Estados Unidos impusiera aranceles aún más altos, ya no tendría sentido económico y, en última instancia, se convertiría en una broma en la historia de la economía mundial, según la comisión. Sin embargo, si Estados Unidos persiste en socavar sustancialmente los intereses de China, el país adoptará contramedidas firmes y luchará hasta el final, añadió la entidad.

Los llamados “aranceles recíprocos” no son realmente recíprocos

Estados Unidos afirma que la imposición de “aranceles recíprocos” tiene como objetivo “reducir el déficit comercial” y abordar otros aspectos injustos y desequilibrados de su comercio con socios comerciales extranjeros. Factores como los aranceles aplicados por los socios comerciales, los subsidios sectoriales y las políticas fiscales son, según Washington, elementos clave para determinar el supuesto “arancel recíproco”.

Expertos chinos señalan que esta estrategia de “aranceles recíprocos” promovida por Estados Unidos es engañosa y confusa. En esencia, contraviene los principios fundamentales de la economía, socava las normas del comercio internacional, ignora el equilibrio de intereses alcanzado a lo largo de casi ochenta años de negociaciones en el sistema multilateral de comercio y omite el hecho de que EE. UU. se ha beneficiado enormemente del comercio internacional durante décadas. Esta política, aseguran, causa graves perjuicios tanto a Estados Unidos como al resto del mundo.

En primer lugar, los “aranceles recíprocos” contradicen el principio de la ventaja comparativa en economía. Dicho principio establece que cada país debe especializarse en la producción de bienes en los que posee una ventaja comparativa y, a través del intercambio, todas las partes se benefician mutuamente.

En segundo lugar, esta política contraviene las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Según el principio de la nación más favorecida (NMF), los miembros de la OMC no pueden discriminar entre sus socios comerciales. Es decir, si EE. UU. acuerda una reducción arancelaria con un país, ese mismo arancel debe aplicarse automáticamente a todos los socios comerciales con los que tenga acuerdos previos.

En tercer lugar, los “aranceles recíprocos” ignoran las diferencias en los niveles de desarrollo económico entre países, lo que en la práctica equivale a privar a ciertos países en desarrollo de su derecho al desarrollo. La OMC no exige la aplicación de aranceles simétricos entre países, precisamente en reconocimiento de esas diferencias estructurales. A lo largo de la historia, las economías desarrolladas impusieron altos aranceles en las primeras etapas de su crecimiento para proteger sus industrias nacionales; a medida que avanzaban en su desarrollo, dichos aranceles se reducían progresivamente. Exigir ahora “aranceles recíprocos” cuando EE. UU. ya ha superado esa etapa implica obstaculizar el desarrollo legítimo de los países en vías de desarrollo.

La lógica subyacente: “Estados Unidos primero”

La política de “aranceles recíprocos” impulsada enérgicamente por la administración Trump amenaza con socavar gravemente el sistema multilateral de comercio, perturbar las cadenas globales de suministro y agravar las tensiones comerciales internacionales, contribuyendo a una mayor fragmentación de la economía mundial.

Se estima que exportaciones serían afectadas por régimen arancelario. Difusión.

Según Ke Jing, investigadora asociada del Instituto de Estudios Internacionales de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái, la lógica subyacente detrás de la implementación de "aranceles recíprocos" por parte de Estados Unidos es "Estados Unidos primero". Su objetivo esencial es promover el retorno de la manufactura al país, reducir el déficit comercial bilateral y reestructurar el sistema de ingresos fiscales. A corto plazo, también busca generar nuevas fuentes de financiación para sustentar recortes fiscales y metas de control del déficit, conformando así un conjunto de políticas orientadas al reequilibrio fiscal y al fortalecimiento del sector manufacturero nacional.

Sin embargo, este enfoque presenta contradicciones estructurales evidentes:

Primero, el déficit comercial de Estados Unidos proviene principalmente del desequilibrio entre el ahorro y la inversión. Si se implementan recortes fiscales significativos sin una reducción paralela del gasto público, se disminuirá la tasa de ahorro nacional, lo que en realidad podría ampliar el déficit comercial en lugar de reducirlo.

Segundo, los aranceles elevados incrementan los costos de los insumos intermedios, elevan las cargas de producción para las empresas, inhiben tanto las exportaciones como la inversión, y provocan una contracción del comercio total. Esto se traduce en una caída tanto de las importaciones como de las exportaciones.

Tercero, si los aranceles altos generan un aumento de los costos, la desaceleración económica y una base fiscal menguante, en lugar de reducir el déficit fiscal, podrían incluso agrandarlo aún más. Además, aunque los aranceles elevados parezcan ofrecer a corto plazo una protección temporal a las industrias locales, si desencadenan inflación y debilidad económica, junto con una inestabilidad fiscal, podrían afectar negativamente la confianza empresarial y frenar la inversión, debilitando así la motivación para el tan buscado retorno de la manufactura.

El economista estadounidense, Stephen Roach, advirtió que el mundo se ha puesto patas arriba, y que Estados Unidos podría estar “perdiendo su autoridad moral como pilar del mundo occidental”. Según Roach, Estados Unidos “ya no es la solución, sino que se ha convertido en parte del problema”.

Su Xiaohui, comentarista especial de China Media Group, señaló: “Este tipo de actitud agresiva, como la de exigir condiciones excesivamente desproporcionadas, refleja una combinación de cortoplacismo e ingenua autoconfianza por parte de Estados Unidos. Las condiciones absurdas que propone evidencian que aún cree tener la oportunidad de impulsar su agenda de ‘Estados Unidos primero’ y cosechar beneficios rápidos en el corto plazo.” Añadió además: “Esa autoconfianza ciega impide que Estados Unidos reconozca una realidad clave: incluso dentro de su propio país, incluyendo el sector empresarial, ya están surgiendo señales de cambio. Lo que se considera ahora como un ‘dolor breve’ podría transformarse en un problema estructural de largo plazo para la economía estadounidense, e incluso en desafíos fundamentales que sean imposibles de resolver.”

El mundo debe unirse frente al chantaje económico

Para contrarrestar verdaderamente la hegemonía, los países no solo necesitan listas de represalias, sino un nuevo conjunto de reglas de cooperación internacional. Aunque Estados Unidos representa una parte significativa del comercio global, no lo es todo: más del 80 % de la fuerza económica mundial debe asumir su papel y actuar con determinación.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaró que la Unión Europea está buscando ampliar sus relaciones comerciales más allá de Estados Unidos. "Nos enfocaremos con precisión láser en ese 83% del comercio mundial que ocurre fuera de Estados Unidos. Esto representa una enorme oportunidad."

La hegemonía no es eterna, la cooperación siempre marca el rumbo del futuro. Aunque la Casa Blanca empuñe el garrote arancelario con aparente fuerza, en realidad está acelerando el colapso de su propia hegemonía. Desde los trabajadores desempleados en Detroit, hasta los bancos de inversión inquietos en Wall Street, pasando por los diplomáticos europeos visiblemente molestos, todos están presenciando una misma realidad: el unilateralismo no tiene futuro.

Tal como lo expresó The New York Times: "Los aranceles son una montaña que todos tienen delante." Pero el mundo nunca ha estado tan consciente y tan claro como hoy.

Estados Unidos puede seguir blandiendo sus aranceles, pero la corriente de la historia avanza únicamente hacia la apertura y la cooperación.