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04 Ago 2025 | 15:53 h
A propósito de nuestras celebraciones de Fiestas Patrias, el Perú reportó un dato que sorprende a muchos: ha logrado identificar y medir 131 indicadores vinculados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el doble de los 64 que figuran en el reporte global de las Naciones Unidas. Sin embargo, la cifra puede leerse más como simbólica que como efectiva: el cumplimiento real de estas metas rumbo al 2030 sigue siendo muy desigual.
Los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) son una llamada a la acción a todos los países para erradicar la pobreza y proteger al planeta, así como garantizar la paz y la prosperidad; también no dejar a nadie atrás en la senda del desarrollo, construir un mundo libre, lejos del miedo y la impunidad e impulsar la cooperación internacional y las alianzas con el sector privado. El Perú adopta la Agenda 2030 de Naciones Unidas con sus 17 ODS.
La medición y seguimiento de los ODS permite evaluar los avances, identificar desafíos y ajustar las estrategias para lograr un desarrollo más equitativo y sostenible en el Perú.
Para conocer el grado de cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que conforman la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, se han elaborado el índice y el panel ODS, que permiten evaluar cuantitativa y cualitativamente los progresos que van alcanzando los países del planeta, y que se recogen en los sucesivos informes de periodicidad anual que ha elaborado hasta la fecha Sustainable Development Solutions Network(SDSN).
En su edición de 2025, el informe de SDSN revela que, de un total de 167 países del mundo para los que se ha contado con datos suficientes, Perú toma la posición 65 en términos de cumplimiento global de los ODS establecidos en la Agenda 2030. Para este año 2025 el valor del índice ODS de Perú se cifra en 72,7 sobre un máximo de 100. Dicho valor, sitúa al Perú, en términos relativos, por encima del valor medio del conjunto de países latinoamericanos y del Caribe (70,3).
Según información del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), este avance en los reportes responde a un esfuerzo técnico por adecuar los indicadores globales a las realidades locales. El detalle fue presentado en el último informe nacional sobre los ODS, elaborado por el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan), y es allí donde se evidencia una paradoja: medimos más, pero no necesariamente avanzamos más.
Expertos indican al respecto, que estas diferencias responden a las distintas metodologías que se utilizan. Adriana Quirós, Country manager del Pacto Global de la ONU Perú, resaltó en la revista Stakeholders que “para el INEI, el ´alcanzar´ es tener un indicador con data, mientras que para la ONU alcanzar significa lograr la meta de cada indicador y cada ODS” a lo que suma considerar que hay indicadores del INEI que utilizan datos que no han sido actualizados desde hace más de una década, según la publicación.
De los 17 ODS, algunos muestran avances más notorios —como educación, salud o reducción de la pobreza extrema— pero otros como igualdad de género, empleo digno o justicia siguen mostrando brechas críticas. “Hay datos, pero sin acción efectiva ni recursos suficientes, no se logra transformar las condiciones de vida”, señala Daniel Alfaro, exministro de Educación.
En regiones como Loreto, Puno o Cajamarca, las cifras agregadas a nivel nacional que no reflejan la realidad de miles de comunidades donde el acceso a agua potable, energía segura o servicios de salud básica aún es limitado. “No se trata solo de cumplir con los ODS en Lima, sino de cerrar las brechas donde más duelen”, apunta Alfaro.
Además, expertos coinciden en que no basta con la acción del Estado, ya que el cumplimiento de los ODS también pasa por el compromiso del sector privado, la academia, los medios y la misma ciudadanía.
En ese sentido, Hernando Zevallos, exministro de Salud, plantea que el enfoque no debe ser solo técnico, sino humano: “Hablar de ODS es hablar de derechos, no de estadísticas. Si no reducimos la desigualdad, no hay desarrollo real”.
El tiempo corre: quedan solo cinco años para el plazo fijado por la ONU. La urgencia no está solo en medir, sino en actuar. Y el reto es aún mayor en un país donde la vulnerabilidad social y ambiental conviven con la fragmentación institucional.
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