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01 Ago 2025 | 17:42 h
Hoy en día, la lectura infantil enfrenta importantes retos y también muchas oportunidades, ya que se da junto a libros, dispositivos digitales y nuevas formas de contar historias. A pesar de esto, tanto escritores como expertos coinciden en que promover la lectura desde la infancia es esencial para el desarrollo completo de los niños. Lejos de quedar obsoleto, el libro sigue siendo una herramienta fundamental para estimular la imaginación, el pensamiento crítico y fortalecer los vínculos familiares.
Las editoras argentinas Érica Marino y Laura Estefanía, reconocidas en el ámbito editorial infantil, conversaron con Infobae sobre la importancia de acercar los libros a los niños desde temprana edad y acompañar su crecimiento lector según sus intereses y curiosidad. Ambas coinciden en que la lectura no solo entretiene, sino que también fomenta la creatividad, la empatía y el aprendizaje, aspectos que van más allá del simple dominio del lenguaje.
Estudios en neurociencia y experiencias comprobadas destacan que para crear el hábito de la lectura en la infancia es clave ofrecer diversidad, libertad y materiales de calidad. Además, la lectura compartida tiene un impacto positivo en el desarrollo cognitivo y emocional, y establece bases firmes para el rendimiento escolar y las relaciones sociales de los niños.
Érica Marino, editora principal del sello infantil Lintel Rex de Urano Word, señala que el interés por la lectura sigue vigente entre los niños argentinos: “La lectura infantil no se perdió. De hecho, eso está dado por los resultados de las ventas de los libros. Eso seguro, porque siempre el adulto está detrás de que los niños lean más allá del entretenimiento”.
Marino sostiene que el libro continúa siendo una herramienta fundamental para el crecimiento de los niños. No se trata solo de ofrecer diversión, sino de acercarlos a experiencias que favorecen su desarrollo intelectual, emocional y creativo.
En esta misma línea, enfatiza que el libro proporciona “más herramientas” y destaca la importancia del rol de los adultos como facilitadores: quienes acompañan, recomiendan y adaptan los libros según los intereses cambiantes de los niños. Además, Marino subraya cómo la lectura ayuda en la adquisición de la escritura y en la ampliación del vocabulario. “Aprendiendo a leer o viendo y leyendo y repitiendo, se aprende también a escribir”, explica.
“Además la lectura también fomenta la imaginación, porque uno muchas veces no está viendo todo lo que sucede, más allá de que haya libros ilustrados, no están todas las escenas del libro absolutamente ilustradas. Entonces, eso genera el uso de la imaginación, que esa es la gran diferencia con respecto a lo que tenemos en las pantallas”, añadió.
Laura Estefanía, editora de Capicúa, propone una visión amplia del mundo del libro infantil. Según ella, el libro se encuentra en la intersección entre la cultura y la industria, con un papel que va más allá del simple entretenimiento. “Los libros para niños son los hijos de la industria editorial, el dios Jano que mira con una cara al arte y la cultura y con la otra al dinero”, resume. Estefanía destaca el aspecto lúdico, incluso en materiales informativos o educativos, con ilustraciones, diseños y fragmentaciones del texto que buscan captar la atención de los niños.
Sin embargo, la editora invita a reconsiderar qué significa realmente leer. “La pregunta da a entender que los chicos no leen y es porque se basa sobre una concepción restringida de la lectura. ¿Qué es leer? No es solo pasar la mirada por letras y descifrarlas. Los chicos leen sin parar desde que se despiertan hasta que se van a dormir”, asegura. Para Estefanía, tanto la narración como la lectura son herramientas que los niños usan para darle estructura y significado a sus experiencias diarias, ayudándolos a interpretar el mundo que los rodea.
“Los libros están inmersos en ese conjunto en el que también están los niños, mostrando posibilidades y proporcionando vocabulario”, comenta. La editora enfatiza la importancia de ofrecer libros atractivos y valiosos, tanto por su contenido como por la calidad de su producción. Resalta la relevancia del trabajo profesional involucrado en cada libro: desde las editoriales y los ilustradores hasta el diseño y la producción, lo que marca la diferencia entre un libro bien concebido y otro más superficial.
Tanto Marino como Estefanía coinciden en que fomentar la lectura no debe ser una obligación ni un proceso inflexible. El acceso a una variedad de materiales permite a cada niño seguir su propio camino lector y encontrar significado en la experiencia de leer.
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