

Las habilidades técnicas son esenciales, pero en el liderazgo moderno, las habilidades blandas son fundamentales. La capacidad de interactuar, inspirar y conectar con otros se ha vuelto crucial para el éxito en el entorno laboral actual.
Las organizaciones priorizan cada vez más las competencias socioemocionales y de comunicación sobre la formación académica. Según Andrea Ávila, CEO de Randstad para Argentina, Chile y Uruguay, “la figura del líder ha evolucionado”, y se espera que los líderes actuales gestionen sus equipos con empatía y flexibilidad.
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En este contexto, se identifican siete habilidades clave que los líderes deben desarrollar para ser efectivos en sus roles. Estas habilidades no solo mejoran el ambiente laboral, sino que también impulsan el desarrollo profesional y personal de los integrantes de los equipos.
La habilidad para comunicarse de manera clara y comprensible es una de las capacidades más valoradas en los líderes actuales. En entornos de trabajo marcados por la virtualidad y la multiculturalidad, la comunicación efectiva mejora el entendimiento entre los miembros del equipo, fortalece la confianza y favorece la colaboración. Involucra tanto la capacidad de transmitir ideas con claridad como la disposición para escuchar activamente.
La empatía es una competencia socioemocional esencial en el liderazgo. Consiste en la capacidad de comprender las emociones y necesidades de los demás. Un liderazgo empático contribuye al bienestar del equipo, impulsa el compromiso y la cohesión grupal. Los líderes empáticos pueden identificar situaciones de desmotivación y actuar a tiempo para apoyar a sus colaboradores.
La flexibilidad es clave para liderar en un entorno complejo e incierto. Implica adaptarse rápidamente a nuevas condiciones y redirigir proyectos según el contexto. Además, ser flexible permite integrar la diversidad de ideas y estilos de trabajo, lo que enriquece las perspectivas y promueve la innovación.
Un buen líder no evita el conflicto, sino que lo gestiona con inteligencia emocional. La habilidad para manejar desacuerdos de manera constructiva es esencial para preservar el clima laboral. Fomentar un diálogo abierto y promover una cultura donde disentir sea visto como una oportunidad enriquece el proceso de toma de decisiones.
El feedback claro y respetuoso es una herramienta poderosa para el crecimiento. Un líder que sabe dar retroalimentación reconoce los logros de su equipo y guía a sus colaboradores hacia la mejora continua. Esta habilidad es especialmente relevante para liderar a las nuevas generaciones, que valoran la retroalimentación frecuente.
Un buen líder debe anticiparse y tomar distancia de la coyuntura para gestionar en línea con los objetivos a largo plazo. La visión estratégica permite priorizar correctamente y asignar recursos de manera inteligente, promoviendo el crecimiento sostenible del negocio y la generación de valor a largo plazo.
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La capacidad de seguir aprendiendo a lo largo de la vida se vuelve crítica en un mundo en constante cambio. La mentalidad de crecimiento no solo impacta en la empleabilidad de los trabajadores, sino que también inspira al equipo a adoptar una cultura de mejora continua y apertura al cambio.
Andrea Ávila concluye que “la predisposición para aprender y desaprender es un requisito indispensable para cualquier posición del liderazgo”. En un entorno laboral en constante evolución, fortalecer estas competencias es esencial para mejorar la empleabilidad y mantenerse relevante frente a las cambiantes demandas del mercado.