Bienestar infantil
Educación y empleabilidad
Protección contra la violencia
Pueblos indígenas
30 Jul 2025 | 13:53 h
Un equipo de científicos de la Universidad de Buenos Aires (UBA) está desarrollando un innovador método para detectar el maltrato infantil a través del análisis de saliva. La técnica se basa en el estudio de biomarcadores epigenéticos, es decir, modificaciones químicas en el ADN que evidencian la exposición a situaciones traumáticas.
Este enfoque no solo busca diagnosticar de forma temprana los daños provocados por la violencia en menores, sino también hacer seguimiento de su evolución y aportar pruebas científicas en procesos judiciales. La investigación se realiza en colaboración con el Hospital Elizalde y se espera que los primeros resultados completos estén disponibles a comienzos del próximo año.
Los biomarcadores epigenéticos son alteraciones en la forma en que se expresan los genes, sin modificar la secuencia del ADN. Estas marcas pueden ser activadas por el entorno, y en casos de maltrato infantil, reflejan un estado de estrés crónico o alerta constante en el organismo.
El equipo liderado por Eduardo Cánepa, del Laboratorio de Neuroepigenética de la UBA, busca detectar en la saliva de niños y niñas las huellas moleculares que deja la violencia. “Queremos usar estos cambios en la metilación del ADN como herramienta para identificar el maltrato incluso antes de que haya señales visibles”, explicó Cánepa.
Este método tiene tres aplicaciones clave:
“El objetivo es contar con pruebas científicas irrefutables del maltrato infantil y de las consecuencias que este tiene para la salud de la víctima”, detalló la UBA.
El proyecto se desarrolla junto a la Unidad de Violencia Familiar del Hospital Elizalde. Allí, el equipo médico recoge muestras de saliva de menores que reciben atención clínica. Luego, los investigadores de la UBA, incluyendo al biólogo Bruno Berardino y la psicóloga Guillermina García Vizzi, analizan estas muestras para buscar patrones epigenéticos específicos asociados al abuso.
El protocolo permitirá, además de detectar daños, prever el pronóstico de los menores afectados. Las modificaciones en el ADN podrían revelar qué niños tienen mayor riesgo de sufrir efectos graves a largo plazo.
Es necesario que se realicen estudios locales en cada país. Los expertos advierten que no pueden extrapolarse sus resultados. “Las marcas epigenéticas son distintas entre poblaciones. Lo que se encuentra en Francia o Canadá no será igual en Argentina”, subrayó Cánepa.
Por eso, el equipo argentino busca generar datos propios que reflejen las condiciones genéticas, sociales y ambientales locales. Solo así se podrán crear herramientas diagnósticas efectivas y adaptadas al contexto del país.
El análisis epigenético requiere tecnología avanzada y costosa. Actualmente, las muestras recolectadas deben enviarse al extranjero para su procesamiento, lo que encarece el estudio y retrasa los resultados.
Pese a estos desafíos, los científicos esperan completar el análisis de las muestras a principios del próximo año. Esto permitiría validar el método y avanzar hacia su aplicación práctica tanto en clínicas como en tribunales.