El costo oculto de usar ChatGPT en la universidad: lo que los estudiantes deben saber

El costo oculto de usar ChatGPT en la universidad: lo que los estudiantes deben saber

Redacción Apunte Educativo -

Uno de los comentarios que más llamó la atención de los investigadores fue el de un participante que admitió: “Sentí que el ensayo no era mío.” Esta reflexión, compartida por un estudiante que utilizó ChatGPT para redactar su trabajo, revela un efecto que va mucho más allá de una simple anécdota.

En junio de 2025, un equipo liderado por Nataliya Kosmyna, del MIT Media Lab, publicó un estudio experimental con estudiantes universitarios enfocado en evaluar cómo el uso de inteligencia artificial influye en la redacción académica.

Según el informe, la dependencia de estas herramientas puede generar una “deuda cognitiva”, es decir, una pérdida de profundidad en el aprendizaje y una menor autonomía intelectual. Este hallazgo plantea un debate necesario sobre el papel de la IA en la educación y los riesgos de delegar en exceso las tareas creativas y analíticas a la tecnología.

Un experimento innovador: cómo se diseñó y llevó a cabo la investigación

El estudio se llevó a cabo a lo largo de cuatro meses en diversas universidades del área de Boston, entre ellas el MIT, Wellesley College, Harvard, Tufts y Northeastern. En total participaron 54 estudiantes universitarios de 18 a 39 años, quienes fueron seleccionados para analizar cómo distintas formas de asistencia tecnológica influyen en la escritura académica.

El equipo investigador, que contó con la colaboración de especialistas de Wellesley College, MassArt y Harvard, organizó a los participantes en tres grupos: uno utilizó exclusivamente ChatGPT (modelo GPT-4o) para redactar sus ensayos; otro empleó buscadores tradicionales, como Google, sin funciones potenciadas por inteligencia artificial; y un tercer grupo escribió basándose únicamente en su propio conocimiento, sin recurrir a herramientas externas.

Esta investigación experimental se realizó en universidades de Boston sobre IA y escritura académica.

Cada estudiante completó tres sesiones de redacción con temas inspirados en los exámenes SAT, y una cuarta sesión opcional en la que los roles se invirtieron: quienes habían trabajado con IA lo hicieron sin apoyo, y viceversa. Durante las tareas, los investigadores registraron la actividad cerebral mediante electroencefalografía (EEG), analizaron los textos generados con técnicas de procesamiento de lenguaje natural (NLP) y realizaron entrevistas posteriores para explorar la experiencia subjetiva de los participantes.

La evaluación de la calidad de los ensayos estuvo a cargo tanto de profesores humanos como de un sistema automatizado de IA. El protocolo contempló la medición de la carga cognitiva, la conectividad neuronal y las percepciones personales sobre la autoría y satisfacción con los textos producidos.

Principales hallazgos: menor esfuerzo, pero también menor aprendizaje

Los resultados del estudio, dados a conocer por el MIT Media Lab, mostraron diferencias significativas entre los grupos analizados. En el caso de quienes escribieron con la ayuda de ChatGPT, se detectó una disminución considerable de la carga cognitiva, acompañada de menor actividad y conectividad cerebral en las áreas vinculadas con la memoria de trabajo, la integración semántica y el control ejecutivo.

En cambio, los participantes que no usaron herramientas externas evidenciaron una activación cerebral más amplia y sólida, especialmente en las bandas alfa y theta, relacionadas con la creatividad, la retención de información y la concentración prolongada.

En lo referente a la memoria, el grupo asistido por inteligencia artificial mostró un desempeño mucho más bajo al intentar recordar citas de sus propios ensayos pocos minutos después de haberlos escrito. El 83 % de estos estudiantes falló al reproducir una frase correctamente, frente al 11 % de error observado en los grupos que usaron buscadores o trabajaron sin ayuda tecnológica. De hecho, ninguno de los participantes del grupo IA logró citar de forma correcta en la primera sesión, mientras que los demás alcanzaron casi un 100 % de aciertos en las siguientes rondas.

La asistencia de IA reduce la carga cognitiva pero también limita la retención y creatividad.

El sentido de autoría también se vio comprometido. Solo la mitad de los usuarios de ChatGPT afirmó sentir que el texto les pertenecía totalmente, a diferencia del grupo “solo cerebro”, donde la sensación de propiedad sobre el ensayo fue casi unánime. Las entrevistas realizadas por el MIT Media Lab evidencian esa dualidad: varios participantes apreciaron la utilidad de la IA para organizar ideas o mejorar la redacción, aunque muchos calificaron los resultados como “robóticos” o sin “alma”. 

El análisis NLP reveló que los textos del grupo IA repetían patrones y entidades nombradas (como nombres propios, lugares o fechas) con mucha más frecuencia que los elaborados sin asistencia.

Por último, los evaluadores humanos, a diferencia del “juez” de IA, penalizaron la falta de originalidad y personalización en los textos producidos con ChatGPT, destacando que, aunque correctos y coherentes, carecían de la voz auténtica del autor.

Percepciones de los participantes: satisfacción y sentido de autoría

Las entrevistas post-tarea permitieron profundizar en la experiencia subjetiva de los estudiantes. Según el MIT Media Lab, quienes usaron ChatGPT valoraron la facilidad para obtener frases de transición o corregir errores gramaticales, pero varios expresaron incomodidad ética o una sensación de “culpa” por depender de la IA. Algunos limitaron su uso a tareas auxiliares, como traducción o sugerencias de estructura, mientras que otros reconocieron haber copiado y pegado fragmentos sin mayor edición.

Los estudiantes valoran la facilidad de la IA, pero cuestionan la autoría de sus trabajos.

En el grupo de buscador web, la percepción de autoría fue intermedia: los participantes reconocieron haber integrado ideas propias con información encontrada en línea, pero mantuvieron un mayor control sobre el contenido final. En el grupo “solo cerebro”, la satisfacción y el sentido de propiedad fueron los más altos, con comentarios que destacaron la oportunidad de expresar ideas personales y reflexionar en profundidad.

Un patrón recurrente fue la dificultad de los usuarios de IA para recordar o citar sus propios argumentos, lo que sugiere una menor consolidación de la información en la memoria a largo plazo.

Impacto en la educación: alerta sobre la “deuda cognitiva”

El equipo de investigación señala que la implementación masiva de asistentes de IA en contextos educativos podría generar efectos no deseados en el desarrollo de habilidades cognitivas esenciales.

Según el MIT Media Lab, la reducción de la carga cognitiva y el concepto de “cognitive offloading” (delegar procesos mentales en herramientas externas) podría promover una actitud más pasiva, disminuir el pensamiento crítico y limitar la capacidad de aprendizaje autónomo.

El uso excesivo de IA puede generar dependencia y limitar el pensamiento crítico.

El estudio compara el impacto de ChatGPT con el conocido “efecto Google”, un fenómeno donde los usuarios de buscadores tienden a recordar la ubicación de la información, pero no necesariamente su contenido. Sin embargo, la IA lleva esto más lejos: al ofrecer respuestas en lenguaje natural y soluciones inmediatas, puede desincentivar la exploración activa, la evaluación crítica de las fuentes y la construcción individual del conocimiento.

Los investigadores advierten sobre el peligro de homogeneización y la creación de "cámaras de eco" en el aprendizaje asistido por IA, donde los estudiantes reciben respuestas predecibles que reflejan los sesgos del modelo, lo que limita su exposición a puntos de vista diversos y su capacidad para participar en debates argumentativos. Además, la pérdida del sentido de autoría podría afectar la motivación y la identidad intelectual de los estudiantes.

“Mientras que el uso de LLM tuvo un impacto medible... los participantes del grupo LLM tuvieron peor desempeño que sus pares en todos los niveles: neural, lingüístico, de puntuación”, concluye el informe del MIT Media Lab.

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