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Pueblos indígenas
27 Oct 2025 | 12:27 h
La violencia infantil sigue siendo una herida abierta en muchas familias peruanas. Detrás de cada historia de abuso o maltrato, hay un niño o una niña que crece con miedo, culpa o silencio. Y aunque muchas veces se oculta tras las paredes del hogar, sus consecuencias pueden marcar toda una vida.}
El maltrato infantil no siempre deja moretones visibles. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluye toda forma de abuso físico, emocional, sexual o negligencia que afecte a un menor de 18 años. Esto puede ir desde los golpes o insultos, hasta el abandono o la exposición constante a la violencia dentro del hogar. Las secuelas no son solo físicas, puesto que los niños maltratados suelen desarrollar ansiedad, depresión, baja autoestima y, en muchos casos, repiten esos mismos patrones en la adultez.
El tema volvió a generar conversación pública luego de que Thamara Medina, hermana menor de la empresaria y figura televisiva Alejandra Baigorria, contara en un video la dura infancia que vivió junto a su madre, Verónica Alcalá. Con la voz entrecortada, Thamara relató que su niñez estuvo marcada por “golpes, insultos y gritos”, y que durante años intentó comprender por qué la persona que debía protegerla se convertía en su mayor fuente de dolor. “Crecí viendo violencia, gritos e indiferencia. Aprendí que el amor debía doler y el silencio era una forma de proteger”, narró la joven, quien explicó que decidió contar su historia para romper con el ciclo de maltrato y sanar.
El caso de Thamara no es aislado. Muchos niños y adolescentes crecen creyendo que ser castigados o humillados es una forma de amor o corrección. Pero la Ley N.º 30403 prohíbe cualquier tipo de castigo físico o humillante, y considera el maltrato infantil un delito penal que puede tener sanciones de hasta 20 años de prisión si causa la muerte del menor.
Los especialistas señalan que un menor víctima de violencia puede mostrar señales como aislamiento, agresividad, miedo constante, bajo rendimiento escolar o lesiones físicas inexplicables. Detectar estas alertas a tiempo puede salvar una vida y evitar que el daño se profundice.
Si conoces a un menor en riesgo, puedes denunciar el caso ante el Ministerio Público o en la comisaría más cercana. También existen líneas de ayuda como el 100 del Ministerio de la Mujer, que brinda orientación y acompañamiento gratuito las 24 horas.
Educar desde el respeto, controlar el temperamento y enseñar con empatía son los pilares para criar sin violencia. La prevención no se trata solo de castigar al agresor, sino de cambiar la forma en que entendemos la autoridad y el afecto.
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